Página personal. David Abarca

jueves, junio 27, 2019

GEORGIA Y ARMENIA

Continuando con la esfera de la ex Unión Soviética este año he viajado hasta Georgia y Armenia, en la cordillera del Cáucaso.
El último fin de semana de Pascua viajamos toda la familia hasta Alemania para asistir a la comunión de mi sobrino Carlos el 28 de abril. El lunes 29 tomé un avión desde Frankfurt hasta Tbilisi con una escala de seis horas en el nuevo aeropuerto internacional de Estambul, el cual por cierto, intentaré evitar siempre que me sea posible. Es gigante y moderno pero con unos tiempos de espera y desplazamiento entre puertas y desde pista a terminal demasiado largos para mi gusto.

Llegué a Tbilisi muy temprano en la mañana del 29 de abril. Tras cambiar un poco de dinero subí al bus 37 para llegar al centro de la ciudad. Como no aceptaban billetes un chico me invitó y pagó 50 céntimos de GEL (lari) por mi pasaje. El día era bueno, algunas nubes en el cielo pero con temperatura muy agradable. Bajé con mi pequeña mochila en la parada de la calle Baratashvili, compré algo de beber y comencé a caminar cruzando la ciudad en dirección noreste hasta llegar la guesthouse en la calle Egnate Ninoshvili, no muy lejos de la estación de tren. Desde allí fui a la estación de metro más cercana, donde otro hombre me invitó y me pagó los 50 céntimos del billete porque quiso. La amabilidad y generosidad de la gente en Georgia fue transversal a lo largo del viaje. La barrera del idioma siempre siempre dificulta un poco pero los jóvenes hablan bastante inglés (y ruso); con aquellos que no lo hablan siempre queda la comunicación futbolística de España, Madrid, Barcelona, Valencia, Messi, Suárez, etc. que siempre sirve para romper el hielo.

Caminar por Tbilisi me resulataba agradable, sobre todo la parte de Old Tbilisi que parece un pueblo, con muchas casas en rehabilitación y apenas tráfico. Fuera de allí sí hay más ruido y congestión pero las vistas del río Kurá o la montaña por encima de los edificios, o de la ciudad misma si subes hasta las ruinas de la fortaleza Narikala son espectaculares.

El metro de la capital me recordó al de Kiev, con estaciones bastante profundas, espacios amplios y trenes rápidos y puntuales. Y el precio muy popular, tan solo 50 céntimos de lari, que al cambio son unos 17 céntimos de euro. Mi primer trayecto fue desde la estación de tren, a donde fui para comprarme un billete nocturno para el día siguiente hasta Erevan, hasta la estación de Avlabari. Desde allí es tan solo un paseo de 10 minutos calle arriba hasta llegar a la catedral de la Santísima Trinidad de Tbilisi, conocida también como Sameba, que fue terminada en el año 2004. El edificio está ubicado en lo alto de una colina desde donde se tiene una vista privilegiada de Tbilisi. Por dentro impresiona debido a las dimensiones y la altura, los frescos y la decoración que, sin ser demasiado recargada contrasta con la discreción exterior.

La iglesia de la santísima Trinidad, símbolo más grande de la iglesia ortodoxa georgiana. No llegué
Vista de la parte sur del complejo de Sameba y de las colinas al otro lado del río Kurá.
Las callejuelas de Tblisi antiguo están llenas de balcones y puertas de madera, con patios interiores muy tranquilos, que a veces tienen perros callejeros descansando antes de volver a salir al bullicio en busca de algo que comer. Tanto en Georgia como en Armenia los perros sin dueño en las calles, y a menudo en jaurías, han sido una constante. Es algo que me sigue sorprendiendo porque en el siglo XXI y en ciudades con cierto desarrollo parece antagónico. No obstante ningún perro me pareció peligroso ni que fuera intimidando a los viandantes. Una diferencia entre los de Georgia y Armenia es que los del primer país llevaban chip o algo parecido en crotal en una de sus orejas mientras que en Armenia no.
Puente de la Paz sobre el río Kurá. Este río es caudaloso y marrón. Había varios barcos turísticos no muy grandes ofreciendo un tour para ver la ciudad desde diferentes ángulos sobre el agua.
Las iglesias ortodoxas abundan tanto en pueblos y ciudades como en colinas y montañas. Parece que la gente local es bastante religiosa en general. Las mujeres suelen llevar un pañuelo en el bolso para cubrirse el pelo cuando entran a una iglesia. La de la foto es una iglesia en ruinas en Tbilisi viejo.
La plaza de la libertad, con la figura de Jorge de Capadocia o San Jorge en el centro. Este santo es el que da nombre al país. Desde esta plaza parte la avenida Rustaveli hacia el norte, la más comercial y chick de la ciudad.
Todo Tbilisi está rodeado por colinas. En la que se encuentra al noroeste está ubicado un parque de atracciones y una torre de telecomunicaciones que son visibles casi desde cualquier parte de la ciudad.
A pesar de esta enorme estatua de una bicicleta (a los que pregunté por ella no conocían su origen) no hay apenas bicis en Georgia. Es verdad que la orografía no acompaña pero el paisaje es muy bonito y bueno para disfrutar de una naturaleza exuberante. Sí vi algunos cicloturistas extranjeros con alforjas viajando tanto por Georgia como por Armenia.
Uplistsikhe. Antigua ciudad excavada en la roca localizada en el centro de Georgia, a unos 10 kilómetros al este de la ciudad de Gori, en la región de Shida Kartli.
Construida en un alto acantilado rocoso de la ribera izquierda del río Mtkvari (el Kurá), tiene varias construcciones datadas desde la Edad del Hierro hasta la Baja Edad Media, y destaca por la combinación única de varios estilos de culturas rupestres de Anatolia e Irán, así como por la coexistencia de arquitectura pagana y cristiana.
Para llegar hasta Uplistsikhe me uní a un tour de mayoría rusa más dos polacos y dos suecos. Me arrepentí de haberlo contratado puesto que los tiempos eran limitados, el guía era prácticamente presencial, y el precio bastante más caro que si lo hubiese hecho por mi cuenta. Pero de aquí aprendí y ya no volví a tomar más tours sino que empecé a montar en Marshrutkas.
Esto es Gori, ciudad natal de Stalin y el vagón que aparece detrás es el que supuestamente utilizaba un muchos de sus desplazamientos puesto que no le gustaba nada viajar en avión.
Única estatua del dictador en Georgia. Para la ciudad de Gori supone una buena entrada de divisas por todos los turistas que vienen a visitar el museo, se alojan en los hoteles o comen en los restaurantes.
Durante la visita guiada explicaron varios datos interesantes sobre Stalin como que estuvo en seis ocasiones preso en Siberia antes de la revolución de 1917, las seis veces se escapó y en la última se rompió el brazo izquierdo. Tardó tiempo en poder curarlo de manera que los huesos se soldaron y este brazo le quedó más corto que el derecho y con algo de atrofia también. No le gustaba que esta discapacidad fuera visible y para ello siempre trataba de posar en las fotos con los brazos doblados o sujetando algún objeto con su mano izquierda, normalmente una pipa de fumar.
El museo de Stalin tiene una buena colección de fotografías de él y sus colaboradores durante los años en los que dirigió la URSS.
Su casa natal es la única que queda en pie (se dejó como recuerdo) del barrio obrero en que nació.
Este pueblo-ciudad está a las faltas de la cordillera del Cáucaso y justo al norte de esta parte empieza el territorio de Osetia del Sur. En 2008 comenzó la guerra por la que tanto osetios del sur como abjasios se declararon independientes de Georgia para ser un territorio con vínculos con Rusia. No se puede cruzar al otro lado de la "frontera". Las tropas ruso-osetias controlan todo el valle desde las montañas y durante la guerra bombardearon e invadieron la ciudad durante unos días.
Las tuberías por el aire es algo que me fascinó durante todo el viaje. Desde los autobuses se veía todo el conglomerado de tubos que transportan el agua de casa en casa, especialmente en las áreas rurales. Para las entradas a los campos se ampliaba el marco para poder entrar con vehículos.
Muchos Lada todavía en Georgia, y más en Armenia. Pero otra cosa que me llamó mucho la atención es la cantidad de coches japoneses con el volante en el lado derecho. Parece ser que se ahorran entre 1000 y 2000 euros en cada coche importado directamente desde Japón en lugar de otras fábricas que los producen con el volante en la izaquierda.
El míércoles por la noche tomé un tren nocturno para cruzar a Armenia (Tbilisi-Yerevan). Partió a las ocho y media de la noche y llegó a Erevan a las seis de la mañana. En el compartimento coincidí con dos japoneses y un alemán (amigo de los otros dos) con los que estuvimos charlando hasta altas horas de la noche sobre viajes principalmente, pero también sobre Japón. El paso de la frontera lo hicimos entre las once y media y las doce de la noche, antes de habernos dormido. La policía sube a los trenes y allí revisan y sellan los pasaportes. La policía de Armenia fue bastante estricta con un grupo de chinos que también viajaba en el tren y a los que revisó todo su equipaje. El policía que revisó mi pasaporte se puso contento cuando vio mi nacionalidad porque en esos momentos estaban jugando un partido de semifinales de la Champions League el Liverpool y Barcelona, y como él era del Barça y este iba por delante 1 a 0, pues estaba contento.
Cruzar la frontera entre Georgia y Armenia fue para mí un momento especial pues Armenia era el país número 80 de mi lista de países visitados.
Conforme fue amaneciendo y el personal del tren nos fue despertando para que recogiésemos las sábanas el monte Ararat se fue haciendo cada vez más nítido con su magnificente silueta. Hacía casi 12 años que había estado en el lado turco y ya entonces me pareció impresionante. En aquella ocasión lo ascendimos hasta una tercera parte. Desde Armenia, a pesar de las conexiones históricas que lo vinculan con su cultura, no hay posibilidad de acceder a él. No hay fronteras abiertas con Turquía. Por cierto, que los turcos lo llaman monte Agri.

Yerevan no tiene el desarrollo de Tbilisi, tampoco su belleza natural. Pero su historia y su atmósfera bien merece una visita de varios días.
El monte Ararat asoma por encima de los tejados. Además, también el monte Aragat, con más de 4000 metros, y otros, son visibles desde la ciudad.
Desde la estación de tren fui caminando por la, a esas horas desierta ciudad, hasta el centro. Hice una parada en la Catedral de San Gregorio.
En Armenia hay más Ladas que en Georgia. El país ha apostado por tener una buena relación con Rusia, lo cual inevitablemente implica no tener tanta apertura hacia Europa y USA.
Desde los años 90 Armenia se encuentra en guerra con Azerbaian por el territorio de Nagorno-Karabaj, de población mayoritaria armenia pero ubicada en territorio azerbaiano desde hace décadas. La población de Azerbaian desciende mayoritariamente de los pueblos túrquicos, su lengua es muy similar al turco y es por ello que las relaciones con Turquía no mejoran a pesar de que las tensiones en su frontera se han relajado después del genocidio de principios del siglo pasado. Dicen que mientras Armenia no arregle su situación con Azerbaian (con quien obviamente tampoco tienen pasos abiertos) no se abrirá la frontera con Turquía.
Rusia apoya a Armenia e Israel apoya a Azerbaian lo cual no deja de resultar paradójico puesto que es un país musulmán. Pero tiene petróleo... e Israel tiene buen armamento que vende a Azerbaian para continuar con su lucha. Dicen que los turistas que han viajado al país musulmán tienen muchos problemas para acceder a Armenia y también viceversa. Los ciudadanos israelíes son unos de los pocos que no necesitan visado para entrar en Azerbaian. 

Este es un parque público en el centro de Yerevan en el que había varios perros viviendo y que además tenían sus propias casitas.
Trolebuses con apariencia soviética.
La plaza Charles Aznavour en honor a uno de los ciudadanos más ilustres embajadores del país. Aunque nació en Francia, sus progenitores eran armenios y él nunca perdió el contacto. Participó en la película Ararat sobre el genocidio armenio, que vi en un hostel y me gustó bastante por la síntesis que hace del genocidio y las consecuencias a día de hoy con la perspectiva del tiempo.
Gari Kasparov era hijo de madre armenia. El ajedrez es el deporte nacional en Armenia donde es asignatura obligatoria en los colegios. Kaspárov nació en Azerbaian por cierto, paradojas de la historia.
Otros ciudadanos ilustres con ascendencia armenia son el violinista Ara Malikian, el cineasta Serguei Paradzhanov (vi en youtube su película "El color de las granadas") o las hermanas Kardashian, cuyo abuelo migró a los Estados Unidos.
Ani fue durante un tiempo la capital de la Armenia histórica. Hoy se encuentra en territorio turco y solo quedan las ruinas de la ciudad que en su día fue.
Este es el monasterio de Geghard. Para llegar hasta aquí monté primero en un bus hasta las afueras de Yerevan y en un Marshrutka después. Varias personas me ayudaron con el itinerario, todas con buenas intenciones. Fue un viaje de los que quedan en la memoria para siempre. Me tocó ir hacinado y doblado sin asiento durante casi una hora hasta llegar a Garni. La mayoría de pasajeros eran mujeres mayores con sus compras de algún mercado de Yerevan. La que más cerca tenía de mi cara era una chica rolliza de unos 35 años con los dientes de la mandíbula inferior más salidos que los de la superior. Además, en cada pueblo subía y bajaba más gente con más carga; yo no entendía de lo que hablaban pero sus miradas y sus sonrisas me hacían sospechar que tenían que ver conmigo.
En Garni, un taxista llamado Artur me convenció para ir con él hasta el monasterio, me esperó y después me llevó hasta la puerta del templo romano de Garni. Llevaba la guantera llena de manzanas rojas de su huerto de las que insistió en que tomara a discreción, creo que por el buen negocio que había hecho conmigo. Yo las limpiaba en mi manga y las miraba de reojo por los agujeros sospechosos que había en ellas pero él me vio y me hizo un gesto con la manos de: ¡vamos...! Estaban muy buenas. Dijo que también era profesor de boxeo.
Según wikipedia el monasterio de Geghard es una construcción arquitectónica única en la provincia de Kotayk en Armenia, parcialmente excavada en la montaña adyacente, rodeada por acantilados. El monasterio, junto con el valle alto del Azat, fueron incluidos por la Unesco en la lista del Patrimonio de la Humanidad en 2000.

Mientras que la capilla principal fue construida en 1215, el complejo monástico fue fundado en el siglo IV por Gregorio el Iluminador en el lugar de un manantial sagrado en el interior de una caverna. El monasterio por lo tanto fue llamado originariamente Ayrivank, significando con ello «el Monasterio de la Cueva». El nombre usado habitualmente para el monasterio hoy en día, Geghard, o de forma íntegra Geghardavank (Գեղարդավանք), significa «el Monasterio de la Lanza», que se origina de la lanza que hirió a Jesús en la Crucifixión, supuestamente llevada a Armenia por el apóstol Judas, llamado Tadeo, y conservada entre otras reliquias. Actualmente se exhibe en el tesoro de Echmiadzin.

Los espectaculares acantilados que rodean el monasterio son parte de la garganta del río Azat, y están incluidos junto con el monasterio en la lista del Patrimonio Mundial. Algunas de las iglesias dentro del complejo monástico están enteramente excavadas en los acantilados de roca, otras son poco más que cuevas, mientras que otras son estructuras elaboradas, con secciones con paredes arquitectónicamente complejas y al tiempo habitaciones en lo profundo del interior del acantilado. La combinación, junto con numerosos jachkares labrados y en pie son una vista única, siendo uno de los destinos turísticos más frecuentes de Armenia.
En cuanto terminé de ver el monasterio y subí hasta una colina próxima para contemplar la vista desde lo alto, regresé hasta la zona de taxis, donde me estaba esperando Artur para llevarme de vuelta hasta Garni.
El templo de Garni fue construido en el siglo I después de Cristo por el rey Tiridates I de Armenia y probablemente fue financiado con dinero que este recibió del emperador Nerón durante su visita a Roma. El templo probablemente fue dedicado al dios helenístico Mitra. El techo está sostenido por 24 columnas con capiteles Orden jónico y sótanos Áticas. A diferencia de otros templos grecorromanos está hecho de basalto.
Las vistas desde el templo eran muy bonitas, el ambiente rural y el color mayoritariamente verde aunque poco a poco el cielo se fue tornando a un gris que terminó con un poco de lluvia.
Para regresar a Yerevan, Arthur me "ayudó" consiguiéndome otro "taxista" que según él era otro Schumacher como él. La razón por la que fui en taxi era porque quería llegar al museo del holocausto antes de que cerraran. El viaje fue estresante y trepidante. El taxista, del que no recuerdo su nombre, tenía parkinson, y era lo más lento que había en la carretera. Conducía un Lada igual al de Arthur, los cinturones de seguridad no se podían abrochar y cuando llegamos a la capital empecé a padecer por nuestra integridad y la de los viandantes. Casi atropellamos a una niña de unos 13 años en un paso de cebra. Me cobró más de lo que habíamos acordado y no me dejó en la puerta del museo. Y además mucho más tarde de lo que yo esperaba. Con todo esto yo estaba bastante cabreado conmigo mismo porque iba a perder la oportunidad de ver el museo pero afortunadamente el horario que aparecía en mi guía era erróneo y en realidad cerraba una hora más tarde de lo previsto. Desde la parte baja de la colina en la que se encuentra hasta la entrada todavía tuve que caminar unos 15 minutos. El espacio tiene unas vistas privilegiadas del entorno.
El museo relata la persecución sufrida por la población por causas religiosas poco antes de la desmembración del Imperio Otomano durante la IGM, aunque el genocidio continuó hasta 1922.
Es curioso que, pese a todo, en el centro de la ciudad haya una mezquita cuyo nombre es azul, como la icónica de Estambul.
En la foto aparece Aurora Mardiganian, que fue una escritora y actriz armenia superviviente del genocidio.
En el exterior había una pirámide y una llama eterna como símbolo de la permanencia de la memoria.
Por la tarde, poco después de llegar a descansar al hostel (Umba hostel) llovió en abundancia. Cuando paró salí a cenar y dar un paseo por el centro con mucho ambiente en los parques y los restaurantes. A la mañana siguiente madrugué para estar a las nueve en punto en el Envoy Hostel, había contratado allí un tour para regresar hasta Tbilisi parando en diferentes lugares simbólicos del país. La iglesia de la foto es Katoghike, del siglo XIII la más pequeña, y pieza imprescindible en la religión apostólica armenia. La más grande y nueva que se ve detrás es la de Santa Ana.
La primera parada del tour que compartí con un australiano, dos británicos, otros dos españoles, un alemán y una letona fue en esta panadería. Los panes rellenos de diferentes sabores dulces y salados son típicos del país. Antes, a la salida de Yereván, pasamos por puerta de la destilería Ararat, que dicen destila uno de los mejores brandys del mundo. Este brandy o Coñac es muy famoso porque le encantaba a Winston Churchil quien, después de ser invitado a probarlo por Stalin, fue bebedor habitual del mismo (a razón de una botella diaria decían... no sé) hasta que murió. Parece ser que cada mes le enviaba desde Armenia hasta UK un barril pero que en una ocasión el sabor del brandy era diferente y Churchil llamó a su homólogo para preguntarle qué había pasado y lo que ocurrió fue que el responsable de la producción había sido enviado a Siberia (ignoro los motivos) pero fue repuesto rápidamente en su puesto en cuanto se dieron cuenta de que algo fallaba en el resultado final.
El minibus con el que íbamos subía y bajaba montañas, algunas con nieve como esta. Hacia esta parte había algunas poblaciones de yazidíes, que son ciudadanos no solamente de Armenia (Georgia, Irá, Rusia, Siria, Turquía, su ciudad sagrada es Lalish, en Irak) que tienen una religión propia preislámica y que fue la oficial de los kurdos, aunque con la islamización obligatoria fue reduciendo su número. Mientras que la imaginería sufí es observable en su vocabulario religioso, especialmente en su literatura esotérica, la mayor parte de la mitología yazidí no es islámica y su cosmología está emparentada con las antiguas religiones persas. La teoría más acepatada actualmente presenta el yazidismo como fruto de un proceso sincretista de miles de años que culminó en el siglo XII al contactar los cultos locales del Kurdistán con el Islam sufí traído a la zona.
Hicimos paradas en los monasterios de Sanahin, Haghpat (los dos patrimonio de la humanidad) y Ajtala (a diferencia de los vecinos monasterios de Haghpat y Sanahin que contienen elementos puros de la Iglesia apostólica armenia, Ajtala comparte historia con la Iglesia Ortodoxa de Georgia).
Tal vez por la novedad el de Sanahin fue el que más me impresionó y también por la vista más amplia de la que disponía, aunque esto es algo de lo que todos pueden presumir. En el de Hagpat paramos a comer en una casa local que prepara comida para los turistas de este tour. Muchas verduras variadas como berengenas, espinacas con huevo, carnes de cerdo, tortitas, yogures... no recuerdo los nombres pero sin duda fue la mejor comida del viaje. Antes de sentarnos a comer la guía nos retó a hacer un poco "boulder" en la pared de uno de los edificios del complejo (dos fotos más abajo). La actividad consistía en que había que llegar de un extremo a otro de la fachada sin caer a la hierba. Y tengo que decir orgullosamente que fui el único que lo consiguió. Comentar también de este monasterio que la guía nos dijo que Serguei Paradzhanov rodó parte de la película "El color de las granadas" en la iglesia principal de este complejo.
El último monasterio que visitamos, ya cerca de la frontera con Georgia, fue el de Ajtala. 

Sanahin
Sanahin
Boulder en Haghpat. Es de resaltar también, aunque no tenga buenas fotos de ello que los ríos que se eran omnipresentes durante el trayecto eran caudalosos y rápidos. Pese a ello solo una pequeña parte de la energía que produce Armenia es hidroeléctrica, la mayoría proviene de centrales nucleares de la época de la Unión Soviética. Exportan energía a Georgia y otros países.

De vuelta en Tbilisi, el día siguiente estuvo muy condicionado por la lluvia. No paró de llover durante todo el día así que no pude hacer mucho turismo de exterior. Tomé un marshrutka para llegar hasta Miskheta, antigua capital del país e incluida en la lista de patrimonio de la humanidad en 1994.
En la foto se ve el monasterio de Jvari en lo alto.
El centro de esta ciudad-museo está ocupado por la catedral de Svetitsjoveli, fortificada con bonitos muros.

En el interior de la misma se venera la creencia de que una de las prendas/túnicas que portaba Jesucristo el día de la crucifixión está bajo ese altar.

De vuelta en Tbilisi, y bajo una lluvia continua decidí tomar el metro y llegar hasta el museo Nacional de Georgia en el que se abarca historia variada sobre la época soviética y su opresión, la guerra contra rusia por el control de Abjasia y Osetia del Sur, y lo más interesante para mí, la parte que corresponde a la prehistoria del Homo Georgicus.
En 2002 se encontraron en Dmanisi unos restos fósiles que se ha demostrado pertenecen a una rama independiente y única del género Homo.
Se encontraron en total partes de cinco individuos. Wikipedia-->Se han encontrado asociados con los huesos, artefactos de piedra y de percusión, que le permitían a esta especie cazar, matar animales y procesarlos. Ha quedado establecida la condición de cazador del Homo georgicus y no de carroñero ni de simple recolector y consumidor de alimentos blandos vegetales. El homínido de Dmanisi consumía carne, y este producto pudo haber sido la clave de la supervivencia de esta especie y de otros homínidos habitantes de altas latitudes, sobre todo en invierno.
Al parecer, los cinco individuos del Dmanisi formaban una familia que se vio envuelta en una erupción volcánica que los obligó a penetrar en el abrigo, y luego murieron por asfixia debido a las cenizas volcánicas. Esa es la explicación que se desprende del estudio de los estratos, y la razón de por qué en este caso excepcional se encontró un número elevado de fósiles juntos que eran de edades tan variadas

Esto que aparece en la foto es churchkhela, lo probé por primera vez en Miskheta. Es un dulce tradicional que tiene forma de salchicha y que está relleno de frutos secos y jugo espeso de uva.


Foto de una calle interior de Tbilisi antiguo. Muchas viviendas están en rehabilitación, y me temo que el estilo y el destino irá más hacia el turismo y la sociedad alta perdiendo el encanto rural que para mí tenía con su decadencia aparente.
El día siguiente volví a la estación de buses de Didube, ya no llovía y quería llegar hasta Kazbegi (o Guergueti) pero allí vi la lógica de que toda la lluvia caída el día anterior en zonas bajas caía en forma de nieve en las altas, y por tanto el puerto estaba cerrado a vehículos como buses o Marshrutka, osea, que no había posibilidad. Estuve pensando y al final decidí cambiar el rumbo. Un taxista me dio indicaciones para llegar hasta Telavi, que es la ciudad principal de la región vinícola de Kajeti. Para ello tuve que tomar un bus urbano y cambiar de estación de bus: Ortachala. Allí tomé un marshrutka prácticamente suicida que en poco más hora y cuarto llegó a Telavi
Telavi me pareció una ciudad agradable, con más turistas paseando de lo que imaginaba; casi todos ellos rusos. Después me dijeron que es una zona a la que van muchos rusos por un licor parecido al brandy que les encanta llamado "chacha".
Lo más pintoresco de esta ciudad es el castillo del rey Erakle II o fortaleza de Telavi. Las murallas estaban bien conservadas y desde el interior había unas vistas muy amplias de los campos del valle llenos de viñedos.
El vino por excelencia de esta región es el Saperavi. En la actualidad ya se ha extendido a otras regiones del mundo pero originariamente proviene de esta región. En Tbilisi tomé una copa de vino por 15 laris, bastante caro teniendo en cuenta que después vi botellas en tiendas que costaban entre y 8 y 10 laris. No soy un entendido en vinos pero me gustó. Me explicaron que el método que se utiliza para fermentar y almacenar el vino es a través de tinajas de barro enterradas en el suelo. No llegué a ir a ninguna bodega pero en dos de los monasterios de Armenia, creo recordar que en el de Geghard y el de Haghpat, vi tinajas semienterradas en el suelo que nos explicaron que tenían este mismo fin.
Vista desde el castillo, con el Cáucaso al fondo.
Mercado de Telavi, con mucha actividad por la mañana
Para la vuelta a Tbilisi descubrí que había taxis compartidos en los que las personas se iban subiendo con un mismo destino y cuando el taxi estaba lleno éste salía. Yo compartí uno con tres personas más el conductor y fue un viaje muy agradable también. Los dos que aparecen en la foto hablaban inglés y pudimos hablar de todo un poco. El conductor por otra parte era un kamikaze y menos mal que conseguí sentarme en ventanilla para poder asirme de la manecilla del techo, y aún así en cada curva nos estampábamos los unos contra los otros. La conversación fue cada vez más cálida y amigable y en una parada improvisada el chico de la foto me invitó a café y la chica me regaló una botella de vino saperavi, lo cual me terminó de convencer de que la gente en Georgia es generosa y amable. 
Puesto que no facturaba equipaje al día siguiente en el avión me la tenía que beber antes de salir y pensé en compartirla con dos parejas de rusos con los que compartí habitación la noche anterior pero cuando regresé al hostel no estaban (me los encontré después en la fortaleza de Narikala y me dijeron que por la noche iban a continuar camino hacia Batumi) así que, como no me apetecía beber solo se la regalé a la recepcionista del hostel, a la que para mi decepción no le hizo mucha ilusión, aunque la aceptó.

En mi subida a la Narikala por la tarde me tomé un zumo de granada en este puesto en el que para hacer la foto el padre le dijo al niño que se pusiera él a hacer el zumo. La granada es la fruta nacional en Georgia, creo que en Armenia también, y tiene un color rojo como el vino y un sabor entre amargo y dulce.

Las vistas desde Narikala eran bonitas no solo de las montañas del Cáucaso sino también de toda la ciudad que podía divisarse desde lo alto. Era domingo por la tarde y había mucha gente trepando a los muros. Me dio un poco de vértigo la altura y la gente, algo que no me suele ocurrir, así que fui prudente y no subí hasta lo más alto.
La estatua de Kartlis Deda es un símbolo de la ciudad, simboliza el carácter nacional de Georgia y en su mano izquierda sostiene una copa de vino mientras saluda a los que vienen como amigos, al mismo tiempo que en su mano derecha sostiene una espada como aviso a sus enemigos.

Otra de las comidas nacionales es el Khinkali que consiste en una capa de pasta que enrolla sostiene normalmente carne picada de cerdo o ternera o diferentes verduras o champiñones. Yo tomé de carne picada y como el mínimo era 10 y me los comí todos, pillé un empacho. Cuando me los sirvieron solo me dieron un tenedor y empecé a comerlos de manera que todo el líquido del interior se escurría. Después vi a una madre con su hijo cómo se los comían y consistía en pinchar con el tenedor la parte más alta del khinkali para morder en la parte que quede más alta y por allí sorber todo el caldo antes de comenzar a comer la carne y la pasta. En el restaurante había también mucho turista ruso y cuando estaba esperando a que me adjudicasen mesa pasó por mi lado una camarera muy cargada de platos, cubiertos y vasos que había recogido de una mesa. Me la quedé mirando y justo al pasar por mi lado se le cayó un vaso que no llegó a romperse contra el suelo porque lo agarré al vuelo. Ella me dijo "Spasiva" (gracias en ruso).

Por la noche paseé por el centro de la ciudad y compré algunos regalos. Había un evento en la plaza de Europa que precisamente estaba relacionado con Europa: mucha gente joven con banderas europeas bailando al ritmo de música tecno bajo un escenario vacío pero también presidido por una gran bandera europea.
Después volví a subir a Karikala para volver a contemplar la ciudad por última vez desde la noche.
Y ya por último antes de retirarme a dormir paseé por otra zona del centro que me había quedado por descubrir. Desde el río parte un paseo que se dirige hacia el jardín botánico y que termina en una cascada bastante impresionante para encontrarse en medio de la ciudad que se llamaba Leghvtakhevi. Desde allí merodeé por alrededor de algunos restaurantes que había con música en directo o unos baños públicos.
Al día siguiente madrugué y tomé el bus para llegar hasta el aeropuerto. Allí me volví a encontrar con Puya, nos pedimos asientos contiguos y fuimos charlando largo y tendido hasta Estambul, donde el se quedaba y yo hacía una pequeña escala para la que tuve que correr y llegar a tiempo a la puerta de mi vuelo a Valencia, que ya estaba embarcando.